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León XIV: el Papa de los puentes… pero ahora viene lo difícil

Por redacción

Las palabras inaugurales de un Papa no son una simple formalidad. Son una ventana al alma de un pontificado. Y en el caso de León XIV, electo este jueves como el Papa número 267 de la Iglesia Católica, ese primer mensaje fue breve, medido y profundamente simbólico. En apenas diez minutos dejó marcadas las coordenadas pastorales de lo que será, muy posiblemente, un liderazgo orientado a la cercanía, el diálogo y la continuidad con Francisco, pero también cargado de desafíos urgentes.

“Que la paz sea con ustedes” no fue solo un saludo. Fue una declaración de tono. No llegó con la solemnidad barroca de otros pontífices, sino con una sobriedad que recuerda más a un párroco de pueblo que al jefe de Estado del Vaticano. La ovación que recibió en la Plaza de San Pedro fue instantánea, no por el carisma escénico, sino por la autenticidad que proyecta quien ha conocido la fe en las periferias y no solo en las cúpulas.

La elección de hablar en español para recordar a su “querida diócesis de Chiclayo”, en Perú, fue uno de los momentos más emotivos del acto. No era solo un gesto de cortesía. Fue una confesión pública de amor pastoral por la tierra, donde se formó como sacerdote, como obispo y como servidor. En un Vaticano que muchas veces se siente lejano, León XIV inició su pontificado tendiendo un puente emocional y espiritual con América Latina y con las comunidades concretas donde el Evangelio se vive con sencillez y dolor.

El nuevo Papa habló de puentes. Y no lo hizo como metáfora vacía. Habló de Cristo como puente, y de la necesidad de construir otros: con el diálogo, con el encuentro, con la apertura. Su visión de una “Iglesia sinodal, misionera, abierta como esta plaza” no es solo poesía pastoral: es un guiño directo a las tensiones internas que hoy enfrenta el catolicismo. Una Iglesia dividida entre quienes quieren reformar estructuras oxidadas y quienes se aferran a un pasado idealizado. León XIV, como Francisco, parece optar por el camino del medio: renovación sin ruptura, pero con claridad evangélica.

Su referencia a san Agustín —“Con ustedes soy cristiano, para ustedes obispo”— resuena como una reafirmación de su identidad agustiniana, pero también como una sutil crítica al clericalismo rampante. No se posiciona como superior al pueblo fiel, sino como servidor de todos. Ese tono horizontal podría ser una de las marcas principales de su estilo.

Sin embargo, no todo en su historial es incuestionable. Durante su tiempo como obispo en Perú, surgieron denuncias mediáticas por presunto encubrimiento en casos de abusos. Aunque nunca se formalizaron cargos, ese pasado está ahí, latente, y será clave observar cómo maneja León XIV el tema de la transparencia y la justicia dentro de la Iglesia, especialmente en lo que respecta a la lucha contra los abusos. No basta con buenos discursos: el pueblo de Dios exige respuestas concretas y medidas firmes.

Su elección también tiene un fuerte contenido geopolítico: es el primer papa estadounidense de la historia, y el segundo de América. En un contexto global donde los católicos del sur crecen numéricamente, pero siguen marginados en muchas estructuras de poder, esta elección podría ser una señal de equilibrio. Aunque nacido en Chicago, Prevost es un hijo adoptivo de América Latina. Su identidad eclesial está más marcada por los cerros de Chiclayo que por los pasillos del Beltway en Washington.

Finalmente, sus palabras hacia el Papa Francisco —a quien calificó como “una voz débil pero valiente”— fueron una muestra de gratitud y continuidad. Pero también un punto de partida. Porque a partir de ahora, León XIV ya no camina detrás de nadie: le toca tomar las decisiones, liderar con firmeza, escuchar con humildad y actuar con valentía.

Construir puentes es una bella imagen. Pero en una Iglesia tan polarizada, donde abundan más murallas que caminos, el nuevo Papa necesitará más que buenos deseos y citas inspiradoras. Necesitará coraje, claridad y determinación. Porque los puentes no solo se dibujan; se construyen con esfuerzo, se sostienen con verdad, y se cruzan con fe.

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