Callar las armas, despertar la conciencia

En tiempos donde la palabra “paz” se gasta en discursos diplomáticos mientras se afilan misiles en los despachos, la voz del Papa León XIV irrumpe como una disonancia necesaria. En su primer gran acto del Jubileo de la Esperanza, el Pontífice ha dicho lo que muchos no quieren escuchar: las armas no deben hablar más. Y no lo dijo en abstracto, lo dijo con nombres: Tierra Santa, Ucrania, Siria, Tigray, el Cáucaso.
Pero más allá del gesto protocolario o del titular amable, hay en sus palabras un llamado que debería incomodar. Porque no se trata solo de pedir silencio a las armas, sino de desnudar la hipocresía global que se alimenta del conflicto y lo disfraza de estrategia. León XIV no repartió culpas por bando ni habló desde trincheras ideológicas. Habló como pastor, pero también como hombre lúcido, capaz de denunciar la trampa de los relatos maniqueos que reducen el drama humano a una lucha entre “buenos y malos”.
Este editorial no busca canonizar al Papa por su buena voluntad. Busca, más bien, preguntarse si estamos dispuestos a escuchar lo que ha dicho. Porque la paz —como bien advirtió— no es la calma forzada tras la violencia ni el silencio impuesto por el miedo. Es un don que reactiva la vida, que requiere justicia, verdad y compromiso real con la dignidad humana.
Y en medio de ese discurso, León XIV puso también el dedo en otra llaga: la fragilidad de las Iglesias orientales católicas, obligadas a huir, a perder no solo su tierra, sino su identidad. Con elegancia, pero sin ambigüedad, denunció el riesgo de que Occidente las acoja sin comprenderlas, diluyéndolas en liturgias “eficientes” y espiritualidades edulcoradas. No es solo una preocupación litúrgica: es una alerta cultural, un llamado a respetar la diversidad sin destruirla.
Queda entonces sobre la mesa el reto. ¿Serán escuchadas estas palabras o se convertirán en otra cita piadosa para discursos bien intencionados? ¿Estamos preparados para que la Iglesia, con su voz profética, nos incomode, nos sacuda y nos exija más que likes?
Callar las armas es urgente. Pero más urgente aún es despertar la conciencia.