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Llamamiento del papa León XIV por Gaza: “Que se ponga fin a las hostilidades”

Redacción: Católicos en Acción

Ciudad del Vaticano. Al término de su primera audiencia general, el papa León XIV dirigió un mensaje urgente y conmovedor por la situación “cada vez más preocupante” en la Franja de Gaza, donde el sufrimiento humano se agrava día con día entre bombardeos, hambre y desplazamiento forzado. Con tono grave, el pontífice pidió el cese inmediato de las hostilidades, exigió que se permita la entrada de ayuda humanitaria “digna” y exhortó a los fieles de todo el mundo a rezar el Rosario por la paz.

“Renuevo mi apremiante llamamiento para que se permita la entrada de digna ayuda humanitaria y se ponga fin a las hostilidades, cuyo precio desgarrador lo pagan los niños, los ancianos y los enfermos”, expresó desde la plaza de San Pedro.

Es la primera vez que León XIV alza la voz de manera tan clara frente al conflicto en Gaza, una región devastada por la ofensiva israelí conocida como “Carros de Gedeón”, y donde el acceso a alimentos, medicamentos y asistencia básica es prácticamente nulo. El Papa reiteró que la violencia sistemática, lejos de generar soluciones, perpetúa la destrucción y pone en riesgo la vida de miles de inocentes.

El pontífice ya había manifestado su preocupación durante el Regina Caeli de su misa de inicio, cuando advirtió que “los niños, las familias, los ancianos sobrevivientes están sumidos en el hambre”. Este miércoles, volvió a denunciar las condiciones infrahumanas en que vive la población gazatí y calificó la situación como un obstáculo directo a una paz “desarmante y desarmada”, término que ya había utilizado desde su aparición inicial en la logia de las bendiciones.

“En un mundo dividido y herido por el odio y la guerra, ¡estamos llamados a sembrar la esperanza y a construir la paz!”, proclamó.

Las palabras del papa se dieron mientras medios humanitarios informaban que decenas de camiones con alimentos y suministros seguían varados en el paso de Kerem Shalom, a la espera de ser autorizados a ingresar y distribuir la ayuda. La cifra de muertos sigue aumentando; según datos del Ministerio de Salud gestionado por Hamás, solo en las últimas horas, 42 personas fallecieron en bombardeos israelíes, incluyendo 24 víctimas en Jan Yunis, al sur del enclave.

El responsable de la ayuda humanitaria de la ONU, Tom Fletcher, advirtió que “14.000 niños podrían morir en las próximas 48 horas si no logramos llegar hasta ellos”, lo que pinta un panorama alarmante para una población atrapada en una espiral de asedio, miseria y silencio diplomático.

Incluso en el vecino Líbano, se reportaron ataques con drones israelíes en zonas bajo supervisión de los Cascos Azules, lo que motivó a la misión de la ONU a recordar el carácter inviolable de sus zonas de presencia y a pedir respeto por la vida del personal humanitario.

Durante su mensaje, el papa también tuvo un momento de recuerdo para su predecesor, Francisco, recientemente fallecido, lo cual fue recibido con un emotivo aplauso de los fieles reunidos.

“Y no podemos terminar este encuentro sin recordar con tanta gratitud al amado papa Francisco, que hace apenas un mes regresó a la casa del Padre”.


Comentario final

El valor de una voz que aún incomoda

La Iglesia, cuando habla con valentía, no siempre es popular. Pero sí es necesaria.

El llamamiento de León XIV sobre Gaza no es una declaración de protocolo diplomático, ni una nota de condolencias genérica. Es un grito de humanidad ante un mundo que parece resignado a contar muertos sin pestañear. Mientras otros calculan ventajas geopolíticas, el papa mira a los niños hambrientos. Mientras se negocia cuánta ayuda se deja pasar, él denuncia que es dignidad lo que debe entrar, no migajas.

En un escenario internacional donde las grandes potencias reparten silencios y complicidades, el papa ha optado por levantar la voz. Y eso incomoda. Porque hablar de Gaza sin equilibrios artificiales, sin frases lavadas, sin rodeos, es asumir un costo político. Pero León XIV lo ha hecho, siguiendo la estela profética de su antecesor. Porque si la Iglesia calla frente a la injusticia, no solo traiciona el Evangelio, sino que se vuelve cómplice del sufrimiento.

Mientras el mundo duda, la oración propuesta por el papa —un Rosario por la paz— no es evasiva, es resistencia espiritual. No se trata de un acto pasivo, sino de un clamor que busca desarmar los corazones antes que los frentes. Porque toda paz verdadera comienza por ahí: por el alma del ser humano.

Hoy, más que nunca, necesitamos líderes que hablen sin miedo. León XIV, en apenas unas semanas, empieza a demostrar que no ha venido a administrar el silencio, sino a sembrar esperanza… incluso donde solo hay ruinas.

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