Evangelio del 23 de mayo del 2025 según san Juan 15, 12-17

Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 15, 22-31
En aquellos días, los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron elegir algunos de ellos para mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, llamado Barsabá, y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y enviaron por medio de ellos esta carta:
«Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia provenientes de la gentilidad. Habiéndonos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alborotado con sus palabras, desconcertando vuestros ánimos, hemos decidido, por unanimidad, elegir a algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, hombres que han entregado su vida al nombre de nuestro Señor Jesucristo. Os mandamos, pues, a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de uniones ilegítimas. Haréis bien en apartaros de todo esto. Saludos».
Los despidieron, y ellos bajaron a Antioquía, donde reunieron a la comunidad y entregaron la carta. Al leerla, se alegraron mucho por aquellas palabras alentadoras.
Salmo de hoy
Salmo 56, 8-9. 10-12 R/. Te daré gracias ante los pueblos, Señor
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora. R/.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 12-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Este es mí mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».
Reflexión
según San Juan 15, 12-17
Este pasaje es un recordatorio potente de lo que implica el verdadero seguimiento de Cristo: amar sin medida. No se trata de un amor superficial ni condicionado, sino de un amor que da la vida, que se entrega, que no espera nada a cambio. Jesús no pide algo que Él no haya vivido primero. Al contrario, nos muestra con su ejemplo que amar es elegir, es permanecer, es dar.
Lo más conmovedor de estas palabras es cómo Jesús cambia la relación: ya no somos siervos, sino amigos. Nos dignifica, nos hace partícipes de su misión, nos revela el corazón del Padre. Esta amistad con Cristo no es privilegio selecto ni sentimiento pasajero; es vocación a dar fruto. Un fruto que permanece porque nace del amor, no del egoísmo ni del interés.
En un mundo donde la utilidad parece más importante que la lealtad, y donde la amistad a menudo se mide en conveniencia, Jesús nos propone otro modelo: amar como Él nos ha amado. La radicalidad de este amor implica compromiso, generosidad y fidelidad. Y es precisamente ese amor el que transforma nuestras comunidades, nuestras familias, nuestras vidas.
Pidamos al Padre que, en el nombre de Jesús, sepamos amar con obras y no solo con palabras, y que nuestro fruto sea visible no por lo grandioso, sino por lo auténtico y duradero. Porque quien ama como Cristo, da sentido a su vida y a la de los demás.