Evangelio del 24 de mayo del 2025 según san Juan 15, 18-21

Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 16, 1-10
En aquellos días, Pablo llegó a Derbe y luego a Listra. Había alli un discipulo que se llamaba Timoteo, hijo de una judía creyente, pero de padre griego. Los hermanos de Listra y de Iconio daban buenos informes de él. Pablo quiso que fuera con él y, puesto que todos sabían que su padre era griego, por consideración a los judíos de la región, lo tomó y lo hizo circuncidar.
Al pasar por las ciudades, comunicaban las decisiones de los apóstoles y presbíteros de Jerusalén, para que las observasen. Las iglesias se robustecían en la fe y crecían en número de día en día.
Atravesaron Frigia y la región de Galacia, al haberles impedido el Espíritu Santo anunciar la palabra en Asia. Al llegar cerca de Misia, intentaron entrar en Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo consintió. Entonces dejaron Misia a un lado y bajaron a Tróade.
Aquella noche Pablo tuvo una visión: se le apareció un macedonio, de pie, que le rogaba: «Pasa a Macedonia y ayúdanos».
Apenas tuvo la visión, inmediatamente tratamos de salir para Macedonia, seguros de que Dios nos llamaba a predicarles el Evangelio.
Salmo de hoy
Salmo 99, 1-2. 3. 5 R/. Aclama al Señor, tierra entera
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.
El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 18-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad lo que os dije: “No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».
Reflexión
Este pasaje no es para devociones suaves ni para quienes confunden el Evangelio con una tarjeta de buenos deseos. Es una advertencia clara y frontal: si usted decide seguir a Cristo en serio, no espere vítores ni alfombra roja. Espere rechazo. Espere incomodidad. Espere que lo señalen.
Y no es porque esté haciendo algo malo. Es porque no se adapta al molde del mundo. Un mundo que tolera todo, menos la coherencia. Que aplaude la mentira siempre que sea popular. Que prefiere la apariencia sobre la verdad. Y si usted decide no prestarse para eso, entonces estorba.
Jesús lo dice sin maquillaje: “Si el mundo los odia, recuerden que a mí me odió primero”. ¿Qué parte no se entiende? ¿Queremos una fe sin costo, sin incomodidad, sin cruz? ¿O solo buscamos ser católicos que no molesten, que no hagan olas, que no hablen de lo que incomoda?
Este Evangelio no es una caricia al ego, es un golpe a la comodidad. Porque el verdadero discípulo no es el que busca encajar, sino el que se mantiene firme cuando la verdad ya no es bien vista, cuando la fidelidad a Cristo implica ir contra la corriente, quedarse solo o incluso ser despreciado por los mismos de dentro.
Y no nos hagamos los sorprendidos. Si a Jesús, que sanaba, perdonaba y hablaba con autoridad, lo persiguieron, ¿qué creemos que pasará con nosotros si realmente lo seguimos? Lo anormal sería que el mundo nos aplaudiera.
Ser odiado por ser coherente con el Evangelio no es una desgracia: es una confirmación de que seguimos al Maestro y no a la moda. La persecución, cuando viene por decir la verdad, no es un castigo, es una medalla invisible que Dios sabrá reconocer cuando llegue el tiempo.