Evangelio del 29 de mayo del 2025 según san Juan 16, 16-20

Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 18, 1-8
En aquellos días, Pablo dejó Atenas y se fue a Corinto. Allí encontró a un tal Áquila, judío natural del Ponto, y a su mujer, Priscila; habían llegado hacía poco de Italia, porque Claudio había decretado que todos los judíos abandonasen Roma.
Se juntó con ellos y, como ejercía el mismo oficio, se quedó a vivir y trabajar en su casa; eran tejedores de lona para tiendas de campaña. Todos los sábados discutía en la sinagoga, esforzándose por convencer a judíos y griegos. Cuando Silas y Timoteo bajaron de Macedonia, Pablo se dedicó enteramente a predicar, dando testimonio ante los judíos de que Jesús es el Mesías.
Como ellos se oponían y respondían con blasfemias, Pablo sacudió sus vestidos y les dijo:
«Vuestra sangre recaiga sobre vuestra cabeza. Yo soy inocente y desde ahora me voy con los gentiles».
Se marchó de allí y se fue a casa de un cierto Ticio Justo, que adoraba a Dios y cuya casa estaba al lado de la sinagoga. Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia; también otros muchos corintios, al escuchar a Pablo, creían y se bautizaban.
Salmo de hoy
Salmo 97, 1bcde. 2-3ab. 3cd-4 R/. El Señor revela a las naciones su salvación
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.
El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 16-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver».
Comentaron entonces algunos discípulos:
«¿Qué significa eso de “dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver”, y eso de “me voy al Padre”?».
Y se preguntaban:
«¿Qué significa ese “poco”? No entendemos lo que dice».
Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo:
«¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: “Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver”? En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría».
Reflexión
«Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver», dice Jesús, generando desconcierto entre los discípulos. Y es que, como buenos humanos, queremos todo claro, medido y con explicación lógica. Nos cuesta aceptar el misterio, nos incomoda no tener el control. Hoy no es muy distinto: exigimos señales, milagros a la carta, certezas inmediatas. Pero Jesús, en cambio, anuncia ausencias, silencios… y esperas.
Muchos se escandalizan cuando no sienten a Dios “presente” como esperaban. Y entonces comienzan los lamentos: «¿Por qué no me responde?», «¿Dónde está Dios en mi sufrimiento?», «¿Cómo puede permitir esto?»… El problema no es que Él se oculte, es que nosotros no sabemos mirar más allá de nuestro dolor, no sabemos esperar sin desesperar.
Jesús advierte: “Vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre”. Hoy, el mundo se ríe de los que creen. Las redes se llenan de burlas contra todo lo que huela a fe. Y nosotros, muchas veces, respondemos con miedo o con una fe adormecida, más preocupada por encajar que por anunciar.
Pero Jesús no nos promete una vida cómoda. Promete algo mejor: que «vuestra tristeza se convertirá en gozo». No dice que desaparecerá, sino que será transformada. No es magia. Es fe trabajada, labrada en medio de la oscuridad. El gozo verdadero no viene cuando todo va bien, sino cuando, incluso sin ver, uno se mantiene fiel.
Este pasaje no es una promesa dulce: es una advertencia valiente. Habrá ausencias. Habrá dolor. Pero si somos capaces de esperar, si no nos dejamos arrastrar por el ruido del mundo ni por la impaciencia disfrazada de espiritualidad, entonces sí… lo volveremos a ver.
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