Una pausa de fe

El orgullo que se esconde entre rezos

A veces decimos “que se haga la voluntad de Dios”, pero solo si esa voluntad nos favorece. El orgullo ya no solo se expresa con gritos o superioridad: también se esconde detrás de falsas humildades, frases piadosas o silencios altaneros. Hay quienes no piden perdón nunca porque “así soy yo”, y otros que no escuchan a nadie porque ya se convencieron de que lo saben todo.

El Evangelio no nos pidió ganar discusiones, sino amar incluso cuando no tenemos la razón. El que calla con soberbia no es más humilde que el que grita con violencia. A Dios no se le impresiona con posturas. Se le conmueve con verdad.

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