Los que no tienen voz

Hay llantos que no se escuchan y vidas que no se nombran.
Los invisibles del mundo cargan con las decisiones de los intocables.
Esos llantos y esas vidas, no son pocos: son millones.
Y cada uno de ellos tiene el rostro de Cristo crucificado.
Esta frase es fuerte pero bíblicamente correcta. Mateo 25,40 confirma:
“Lo que hicieron con uno de estos hermanos míos más pequeños, conmigo lo hicieron.”
Oración:
Señor Jesús, que fuiste callado ante tus jueces,
haznos eco del dolor de los silenciados.
Danos la dignidad de llorar con los que lloran
y el coraje de hablar donde nadie quiere incomodar.
Que nuestra fe no sea tibia, sino fuego que alumbre. Amén.
Cierre:
Callar ante la injusticia es un tipo de complicidad.
Y mirar hacia otro lado también es elegir.
Hoy, es ponerse del lado de los olvidados.
Aunque el mundo diga que no sirve de nada.