Reflexión del 21 de junio del 2025 según San Mateo 6, 19-23

Primera lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 1-10
Hermanos:
¿Hay que gloriarse?: sé que no está bien, pero paso a las visiones y revelaciones del Señor.
Yo sé de un hombre en Cristo que hace catorce años – si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe – fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y sé que ese hombre – si en el cuerpo o sin el cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe – fue arrebatado al paraíso y oyó palabras inefables, que un hombre no es capaz de repetir.
De alguien así podría gloriarme; pero, por lo que a mí respecta, sólo me gloriaré de mis debilidades.
Aunque, si quisiera gloriarme, no me compartiría como un necio, diría la pura verdad; pero lo dejo, para que nadie me considere superior a lo que ve u oye de mí.
Por la grandeza de las revelaciones, y para que no me engría, se me ha dado una espina en la carne: un emisario de Satanás que me abofetea, para que no me engría. Por ello, tres veces le he pedido al Señor que lo apartase de mí y me ha respondido:
«Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad».
Así que muy a gusto me glorío de mis debilidades, para que resida en mí la fuerza de Cristo.
Por eso vivo contento en medio de las debilidades, los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Salmo de hoy
Salmo 33, 8-9. 10-11. 12-13 R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor
El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.
Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R/.
Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor;
¿hay a quien que ame la vida
y desee días de prosperidad? R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 24-34
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Nadie puede servir a dos señores. Porque despreciará a uno y amará al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.
Por eso os digo: No estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos?
¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?
¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se arroja al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso.
Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le basta su desgracia».
Reflexión
Este pasaje es una advertencia clara de Jesús: no se puede ser libre si el alma está atada al dinero, al poder o a la fama. El corazón dividido pierde la paz y termina esclavo de lo que cree que necesita para vivir, cuando en realidad solo lo hunde más.
Jesús no critica que se trabaje ni que se tenga. Lo que cuestiona es la ambición desenfrenada que hace que muchos vivan para producir, para aparentar, para acumular… mientras pierden el sentido de la vida. Hay quienes se esfuerzan tanto por tener más, que terminan olvidando lo esencial: ser más humanos, más compasivos, más desprendidos.
“No se puede servir a Dios y al dinero.” No es una metáfora. Es una elección real. Porque cuando el dinero se vuelve el centro, todo gira en torno a él: los vínculos, las decisiones, incluso la fe se acomoda según convenga. Se relativiza lo correcto, se calla ante la injusticia, se vive para subir de posición… y se baja en dignidad.
Jesús recuerda que la vida vale más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido. Pero hoy hay quienes invierten todo en lo que se ve, y muy poco en lo que permanece. Mientras tanto, otros viven con lo justo y aún así son más generosos que muchos ricos. Porque no es cuánto se tiene, sino cuánto se es capaz de compartir.
Vivir con lo necesario no es pobreza, es sabiduría. Es reconocer que la felicidad no está en tenerlo todo, sino en estar en paz con lo que se tiene. El que aprende a vivir así, no se angustia por el mañana, porque su seguridad está en Dios, no en una cuenta bancaria.
Este evangelio es un llamado urgente a soltar lo que nos domina, a confiar sin aferrarnos, a buscar primero el Reino de Dios, porque cuando Él ocupa el primer lugar, todo lo demás encuentra su lugar.